Rubén Molano, conector comunitario: «Estoy convencido de que nuestra figura profesional debe continuar a cargo de las administraciones públicas»
Rubén Molano es uno de los conectores comunitarios de ‘Mi Casa: una vida en comunidad’, el proyecto con el que Plena inclusión está promoviendo un nuevo modelo de cuidados de larga duración para personas con discapacidad intelectual y del desarrollo, basado en la desinstitucionalización y la inclusión en la comunidad. Rubén realizar su labor el el municipio extremeño de Montijo.
¿Puedes resumir en qué consiste para ti ser conector comunitario? ¿Qué crees que aporta a la sociedad?
Ser Conector Comunitario significa ser tú mismo, pero en tu máximo esplendor. Me refiero a esto dado que Conector Comunitario no puede ser cualquiera, hay que tener una serie de cualidades innatas en la persona con las que no cuenta todo el mundo. Creo que podríamos decir que “tiene que venir de fábrica”. Para ejercer este rol, debes ser una persona, ante todo, decidida, hablando mal y pronto debes tener “mucha cara”. Las puertas no se abren solas, y hay algunas cerraduras, que por el paso del tiempo están realmente oxidadas. Pues ahí es cuándo el conector debe hacer su papel de llave, de una llave prácticamente mágica. El carisma, que según una de las acepciones de la RAE dice que es un “don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad”, es un pilar fundamental. No quiero decir con esto que venga de Dios, creo que es un valor y una cualidad innata en algunas personas, y es muy necesario para desarrollar este papel, para servir en beneficio de la comunidad. Este trabajo supone estar conectado y conectando prácticamente las 24/7, como se suele decir ahora. Las oportunidades aparecen en cualquier momento, no solo en horario de mañana. Hay que tener las antenas encendidas todo el tiempo, las oportunidades aparecen, pasan y se van.
Estoy convencido de que entre nosotros hay muchos conectores y conectoras enmascarados, los que ahora podemos llamar con toda la concreción posible, “conectores naturales”. Hay que venir siendo ya de antes uno de esos “conectores naturales”. Y es que esta labor es fundamental para el propio funcionamiento de la vida. Hay gente que está en la sombra moviendo hilos y conectando a personas, para que pasen cosas maravillosas después. Es como ir a ver un teatro, pero siendo consciente de todo el mecanismo que lleva por detrás, valorando a todas las personas que hacen posible el espectáculo, y es que eso es la vida, un escenario en el que pasan cosas preciosas, y alguna que otra tragedia también. Pero los conectores han de ser un poco todos esos personajes que no se ven: los utilleros, los productores, los de las luces y el sonido, los de vestuario y maquillaje, quien limpia y quien coloca las sillas… todo eso que no se ve, pero que es fundamental.
Este proyecto, sin duda alguna, supone que el plan de vida de las personas se lleve a cabo en la comunidad. Y eso es lo que hace más palanca en nuestro trabajo, el forjar relaciones recíprocas de alianzas con los activos comunitarios para que las personas puedan desarrollar su proyecto, es fundamental. No es solo conectar a las personas, es también darle un valor muy importante a esas personas que están en la sombra, y hacerles ver que son una parte muy importante, que son un activo indispensable en este engranaje.
A la sociedad le hacen falta muchos más conectores, muchas más personas que hagan de enlace de lo invisible. La historia nos ha enseñado a que eso nace de uno mismo, a que lo hagamos de manera altruista y desinteresada, a que contribuyamos a que el engranaje de la vida funcione. Pero ¿no ha llegado ya le momento de reconocer esta labor innata y ponerle nombres y apellidos? Yo creo que sí.
¿Qué ha supuesto para ti esta labor? ¿Qué cosas te está enseñando personalmente la experiencia?
Para mi está siendo una experiencia increíble. Uno de los trabajos más gratificantes que he desarrollado durante mi carrera profesional. Este rol te posiciona en un punto de vista muy diferente, te hace ver la vida desde otro lado del prisma. Principalmente te pone de frente ante la cruda realidad que viven muchas personas, y más si cabe las personas con discapacidad. Resulta irónico ver cómo la vida te lo pone siempre un poco más difícil en cada paso, pero te hace inmensamente feliz ver el ejemplo de personas que no se paran ante las vicisitudes del día a día, ver su afán de superación y las ganas de contribuir y ser partícipes de todo en lo que no se les ha dado ni voz ni voto. Resulta muy llamativo cuándo te encuentras con personas que por las circunstancias de su pasado no han tenido ni siquiera una oportunidad para ir al cine, por ejemplo. Y ahí entras tú, y eso no tiene precio. La satisfacción de las personas al sentirse realizadas, al probar cosas que en su vida hubieran podido imaginar, a arriesgarse a hacer cosas que siempre les habían parecido inalcanzables… eso no está pagado.
Personalmente te abre muchísimas puertas a ti también, no solo como profesional, si no como persona. La imagen que se deriva de ejercer un rol así en la comunidad es lo más gratificante. Supone un antes y un después en la comunidad, pero como ya he mencionado anteriormente, esto debe venir de antes, pero aún así solo hace sumar y sumar. Las relaciones que generas con los vecinos, con las asociaciones, con los comerciantes, con la administración y los servicios, eso no te lo da cualquier otro trabajo. Y por supuesto la empatía y los valores que se generan son un punto importantísimo.
Tú creo que vienes de ser apoyo de personas ¿Ha sido difícil para ti formarte para ser conector y llevarlo a la práctica?
Así es, pasé una temporada (corta, la verdad) trabajando en viviendas, y esto solo considero que ha supuesto un punto a mi favor. Para nada ha sido difícil ni formarme ni llevarlo a la práctica. Conforme a lo anterior, considero que debería ser requisito fundamental para desarrollar el trabajo. Debes conocer de primera mano cómo funciona una vivienda, como se desarrolla el papel de los profesionales de atención directa, y estar aproximado a cómo es la realidad de las personas en las viviendas. Si no tienes esa conciencia por experiencia, diría que estás perdido, y sobre todo que, no vas a poder realizar bien tu trabajo, porque las cosas no son aquí y ahora, no son dichas y hechas. Todo en la vida tiene interferencias, las cosas no siempre sales a la primera, y algunas veces ni a la segunda ni a la tercera. La vida de las personas con discapacidad es realmente ajetreada, como la de cualquiera, pero si cabe, con muchas más cuestiones a las que atender. Por eso es fundamental también ser conocedor de cómo es el trabajo de atención directa. Los profesionales deben ser tus aliados, por eso debes conocer el ajetreo que tiene una vivienda y todas las cosas a las que debes prestar atención.
La formación real para este trabajo ha sido el día a día. Uno no se forma en ser Conector con las formaciones teóricas, que también son importantes, no digo que no, pero la realidad es la que te forja. No todo sale como tú esperabas y es por eso
por lo que hay que tener mucha paciencia y buen saber estar, como bien dice el refrán: “las cosas de palacio van despacio”.
Si tuvieras que destacar algún momento concreto que hayas vivido con alguna persona del proyecto, con discapacidad o de la comunidad ¿Cuál sería?
Sin lugar a duda lo tengo claro. Os voy a contar la historia de Manolo (por ponerle un nombre), que podría ser Pedro, Blanca, Maribel o cualquiera. Manolo ha sido una de las personas más representativas de la comunidad a la que pertenezco, un “personajillo” del pueblo, al que todos conocen. Su vida ha dado un vuelco de 360º. La imagen que la sociedad (entre los que me incluyo) tenía de él, ha cambiado de manera extremadamente significativa. Esta persona comenzó a participar de un taller de manualidades que ofrecía la Universidad Popular de nuestro pueblo, como cualquier otro. Hasta el año pasado, esta actividad se realizaba en la planta baja de las instalaciones del Espacio para la Creación Joven, pero este año eso cambia, y lo suben a una planta superior. Es aquí cuándo aparece un problema, que no lo sería para muchos de nosotros, pero cuándo tu vida está ligada al uso de un andador, todo cambia, y lo que para muchos es un pequeño escalón, para otros es una montaña. Pero no era un pequeño escalón, eran unas escaleras interminables, y un ascensor, que fruto de la apatía y la dejadez, llevaba años sin funcionar, con un cartelito muy bien colocado de “Fuera de servicio”. Pues erre que erre nos empeñamos en que ese ascensor tenía que arreglarse. Un primer escrito al ayuntamiento, y nada. Otro escrito más, y de nuevo “silencio administrativo”. Y sigue pasando el tiempo, y él, en su afán de participar en el taller, subía las escaleras, a regañadientes y con el esfuerzo físico y riesgo que eso suponía. Pues en el Ayuntamiento que nos plantamos un día tras otro, y escritos pasados por registro en mano, que argumentaban nuestra queja. Tardó, pero arreglaron el ascensor. Y Manolo que no cabía en sí. Ya no tanto por el ascensor arreglado, pero si por saber que su voz se había escuchado. No voy a olvidar nunca cómo fue el día en que mandamos el primer escrito por registro en las instalaciones del ayuntamiento. Esa cara de satisfacción de saber que estaba realizando una queja de manera formal, que estaba poniendo en práctica su rol de ciudadano y que estaba sumando en su comunidad. El día que nos llamaron para decirnos que se había arreglado, lo tendré grabado en mi memoria para siempre.
Dada tu experiencia ¿cómo crees que sería mejor y más rápida la implantación de esta figura en el futuro?
Estoy convencido de que nuestra figura profesional debe continuar a cargo de las administraciones públicas. Son los propios ayuntamientos quienes deben asumir la tutela de estos trabajadores. El papel que ejercemos en la sociedad repercute directamente en los entes públicos, y es imprescindible que entidades, asociaciones, recursos y servicios públicos comunitarios vayan de la mano. Sin lugar a duda la capacidad de generar relaciones de conveniencia de calidad no lo puede hacer cualquiera, por eso creo que sería un papel fundamental dentro de las propias administraciones. Pero no se debe diluir la relación con las entidades que
trabajan con la discapacidad, debe ser un nexo entre ambas, para el desarrollo comunitario, para el desarrollo de las personas, y sobre todo para el desarrollo de unas comunidades más humanas y más cercanas para todos.